La psicopedagogía integrativa observa al niño de forma global, valorando su mundo emocional, cognitivo y relacional. Según el caso, valoramos dos tipos de intervención: una enfocada a observar la dificultad de aprendizaje desde una perspectiva más emocional o otro tipo enfocado a un modelo más intervencionista basado en la reeducación.
En cuanto al primer enfoque, se toman como referencia autores de corte humanista propios de la Gestalt, apostando por la importancia en el vínculo, en la relación entre el profesional y la persona que llega a consulta. Por otro lado, tomamos como referencia a autores de corte Psicoanalítica que, por un lado, observan la dificultad como síntoma y, por otro lado, valoran las dificultades como continuación de los procesos de vinculación entre el niño y sus figuras parentales. Esto último puede darse, por ejemplo, a través de las identificaciones con sus figuras de referencia.
Aprender supone un proceso de independencia con respecto a las figuras de apego, puesto que el aprendizaje implica la adquisición de recursos y herramientas que permiten la individualidad. De esta forma, todo lo que obtiene el niño a través del aprendizaje debe suponer una ganancia mayor al de ser objeto de cuidado. Todo ello, se relaciona inevitablemente con el mundo emocional de los padres y los conflictos internos que emergen en ellos. Así, y viéndolo desde otra perspectiva, el no saber, la ignorancia, también puede cumplir una función a nivel emocional. Siguiendo lo anterior, otros autores, haciendo alusión a la patología del conocimiento, relacionan el mundo emocional con el mundo cognitivo, de esta forma, entienden que los mecanismos de defensa a nivel emocional son traspasados al mundo cognitivo.
Ya desde un nivel de reeducación, y continuando con una intervención vincular (el placer por saber se transmite), también contamos con materiales y herramientas que permitan la mejor adquisición de los conocimientos que impliquen dificultad.




En la imagen superior izquierda se pueden apreciar materiales como la banca de madera (que permite construir, manipular y comprender operaciones aritméticas como sumas, restas, multiplicaciones, divisiones, raíces cuadradas o cúbicas), regletas, materiales de geometrías que permiten descubrir y deducir las fórmulas de las áreas de diferentes figuras (triángulo, círculo, pentágono, etc.) o cartas con las cuales poder memorizar las tablas de multiplicar a través de historias).
En la imagen superior derecha se observan materiales propios de la lectoescritura, gramática, etc. El trabajo sensorial no solo es importante para la mejor comprensión y asimilación del aprendizaje según la edad, sino que además permite el trabajo previo al trabajo emocional. Las figuras gramaticales permiten un trabajo por asociación, pues cada elemento que representa cada función gramatical (sustantivo, adjetivo, etc.) tiene un motivo e historia detrás.
En la imagen inferior izquierda se pueden ver juegos con los cuales trabajar dificultades como las propias de la dislexia. En este sentido, destacamos las cartas de ortografía, que ofrecen un soporte visual que ayuda a la integración de diferentes reglas ortográficas. O cartas para trabajar diferentes tipos de sílabas, fonemas, etc.
Por último, y en la imagen inferior derecha, contamos con juegos que permiten un trabajo transversal en cualquiera de los servicios ofrecidos para niños y adolescentes (acompañamiento emocional, psicopedagogía, etc.), pues se trabaja el vínculo a la vez que nos permite ver ya rasgos del niño que comienzan a ser trabajados a través de un espacio de juego.